Debemos pedirle a Dios la sabiduría necesaria para ser muy cuidadosos y responsables en lo que hacemos. Nos evitará dolores de cabeza y, de paso, causarle daño a las personas que amamos.
Por Fernando Alexis Jiménez| #RadioBendiciones
Un error o, varios en conjunto, pueden marcarnos para siempre. Tienen la demoledora capacidad de destruirnos, de cerrarnos las puertas, de arruinar nuestros sueños.
Así lo comprobó el maestro, Sylvain Helaine, de 35 años. Aunque ama su profesión, ya no puede impartir clases a los niños en Paris.
Ahora, ¿Cuál fue su equívoco? Cubrió su cuerpo, rostro y lengua con tatuajes, y sus ojos fueron sometidos a una cirugía para oscurecerlos. Ahora asusta a los infantes del lugar en el que dictaba clases.
Los padres de familia pidieron que le cancelaran el contrato. A este docente las marcas lo acompañarán toda la vida, no puede borrarlas.
Y SU VIDA, ¿ESTÁ MARCADA?
Igual puede ocurrir con nuestra existencia. Quizá incurrir en adulterio, una práctica inmoral, dejarnos arrastrar por un vicio, no controlar la ira, decir lo que no debiéramos y muchas otras posibilidades de equivocación que marcarán nuestra vida, la de nuestra familia y la de quienes nos rodean.
En la Biblia leemos una poderosa advertencia:
“Un solo error echa a perder muchos bienes, una mosca muerta echa a perder un perfume, un poco de necedad pesa más que la sabiduría y la gloria.” (Eclesiastés 10: 1 | Versión Popular)
Debemos pedirle a Dios la sabiduría necesaria para ser muy cuidadosos y responsables en lo que hacemos. Nos evitará dolores de cabeza y, de paso, causarle daño a las personas que amamos.
Ahora bien, si hemos fallado, es hora de pedir perdón con sinceridad de corazón y disponernos a cambiar, con ayuda de Dios.
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