Escapar de la encrucijada es posible cuando volvemos nuestra mirada a Jesucristo y le permitimos que gobierne nuestra existencia y nuestro hogar. Es el mejor paso que podemos dar. Él traerá salvación eterna a nuestro ser.
Fernando Alexis Jiménez | Editor de la Revista Vida Familiar
Uno de los misterios de desapariciones sin resolver, es el de Maura Murray. Las autoridades han atado cabos y realizado muchas conjeturas, pero aún no llegan a una conclusión. El criminal sigue libre.
Este hecho que marcó la historia se produjo cuando Maura, oriunda de Hanson, Massachusetts, estrelló su vehículo el 9 de febrero de 2004 de mayo de 1982. Perdió el control. Los investigadores consideran que quizá había bebido. Alguien que fue en su rescate le dijo que esperara unos minutos en tanto llamaba a la policía. Al regresar, no la encontró. Jamás se ha encontrado. Se desconoce si murió, fue secuestrada o sigue con vida en otro lugar, bajo otro nombre.
En el momento de su desaparición, estudiaba su tercer año de enfermería en la Universidad de Massachusetts Amherst.
Por muchos meses rastrearon el lugar y el inmenso bosque que se encuentra alrededor, pero todo ha sido infructuoso.
El que nunca se ha dado por vencido en la búsqueda, ha sido su padre Fred. Ha recorrido casi todos los Estados Unidos. Apenas recibe una llamada de dónde podría estar, va hasta ese lugar. Ha invertido una fortuna en esa labor, pero asegura estar dispuesto a seguir adelante.
Dios anda en nuestra búsqueda. No quiere que nos perdamos por la eternidad. Él nos ofrece la salvación por gracia, pero somos ustedes y yo quienes debemos aceptarla. No nos obligará, es una decisión personal que, incluso, marcará también a nuestra familia. La Palabra es clara al enseñarlo.
«Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.» (Lucas 15: 3-7 | RV 60)
Probablemente está atravesando una situación difícil por cuenta de su vida personal, espiritual y familiar. La crisis toda a sus puertas todo el tiempo. Además, ha perdido toda esperanza. ¿Hay salida al laberinto? Por supuesto.
Escapar de la encrucijada es posible cuando volvemos nuestra mirada a Jesucristo y le permitimos que gobierne nuestra existencia y nuestro hogar. Es el mejor paso que podemos dar. Él traerá salvación eterna a nuestro ser. Insistimos, no es por obras sino por la gracia, amor y misericordia de nuestro Padre celestial. Decídase hoy por Jesús en su corazón.
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