Dios es cercano a nuestro dolor. Desea acompañarnos por esos momentos difíciles. Él no es el culpable de las cosas malas que nos ocurren.
Por Fernando Alexis Jiménez | Instagram @RadioBendiciones
Cuando algo inesperado nos ocurre, causándonos dolor y tristeza, equivocadamente nos inclinamos a culpar a Dios.
¡Tremendo error! Él no es el causante de un divorcio, una enfermedad grave o, quizá, la pérdida de un ser querido, entre otros eventos desoladores.
Y decimos que es un error culpar a Dios porque Su eterno propósito es el de bendecirnos.
Es necesario tener en cuenta al menos cinco elementos:
- Los momentos críticos tocan inevitablemente a la puerta de toda persona.
- Los períodos de sufrimiento y de dolor no siempre tienen explicación.
- Aunque nos parezca difícil, en los momentos de crisis, debemos confiar en Dios.
- Dios puede y quiere cambiar las circunstancias difíciles.
- Dios conoce nuestro sufrimiento y nos acompaña cuando acudimos a Él.
Cuando vamos a las Escrituras leemos:
«Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.» (Salmo 46:1-3 | RV 60)
Debemos darle la espalda al resentimiento y enfocarnos en encontrar la salida a las crisis y el dolor que atravesamos, con ayuda de Dios.
Si no ha recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Prendidos de Su mano, iniciamos el maravilloso viaje hacia el cambio y transformación permanentes a nivel personal, espiritual y familiar.
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